Las cuatro explosiones en el gasoducto liberaron el plomo y el tributilo de estaño que hasta entonces estaba en las profundidades marinas. Estas sustancias tóxicas podrían exterminar poblaciones enteras del mar Báltico, como bacalaos y marsopas. Los especímenes de estos últimos que estaban a menos de 4 km de las detonaciones murieron, y los que se encontraban en un radio de 50 km presumiblemente quedaron sordos. Asimismo, algunos animales podrían sufrir dificultades para reproducirse.
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