Son las once de la noche. Introducen la llave en la cerradura pero la puerta no se abre. Dentro hay unos desconocidos que se niegan a abrirles. Llaman a la Policía Local, les abren y les enseñan un contrato de alquiler con fecha de una semana antes y firmado por el mismo casero que arrendó a Rosa en diciembre ese piso en Platja d´en Bossa. Les cambió la cerradura tras acudir a una comunión. Solo conservan lo que llevaban encima aquella noche. Todo lo que tenían en su casa ha desaparecido. La condena al arrendador es de 200 euros.
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