¿Cuántos carriles más harían falta en las principales arterias de Los Ángeles para que pudieran absorber su descomunal volumen de tráfico? ¿Treinta? ¿Cuarenta? Estaríamos hablando de un imposible, no habría forma de solucionar el problema del tráfico en una ciudad tan poblada sin una apuesta decidida por el transporte público con carriles exclusivos dedicados a su uso, en detrimento, eso sería inevitable, del coche privado. No obstante, resulta desalentador comprobar cómo una parte de la población es incapaz de vencer su bisoñez ideológica.
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