Ocurre, sin embargo, que cuando un político gana las elecciones sin esperarlo, como si se trata de un regalo caído del cielo, suele pensar que las revoluciones hay que hacerlas ‘desde arriba’. Al fin y al cabo, los políticos suelen rodearse de aduladores y son estos quienes tienden a decir al líder que gracias a él y a su pericia las transformaciones sociales y políticas son posibles. Es decir, una especie de ‘revolución por arriba’ que sólo pueden alcanzar los elegidos.
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