No hay nada más poderoso, nada que restaure el alma de una comunidad traumatizada y devastada por la guerra, que ver a las matriarcas de su vecindario con confianza, en las esquinas de las calles empuñando las AK-47, para la protección de la gente. A diferencia deEEUU estas imágenes no inspiran miedo y terror. Inspiran confianza comunitaria, orgullo, autoestima y pertenencia. También, los ancianos tienen que asumir una mayor responsabilidad debido a que mayoría de los hombres y mujeres jóvenes han estado luchando en la guerra con el ISIS.
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