Todo este entramado se llevaba a cabo desde Gran Bretaña, donde estaban al mando del entramado dos individuos, y desde España, donde se realizaban las tareas de captación y filtración de datos de los clientes alojados en los diferentes hoteles. Ofrecían tarjetas y ofertas a los turistas en las puertas de los locales de la cabecilla de la trama--, quienes ofrecían viajes gratuitos a aquellos turistas que se ofrecieran para fingir diarreas y recibían unos 115 euros por cada "operación" de éxito.
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