En playas como la de As Catedrais, los cantos no se encuentran fácilmente; están debajo de la arena. Si se desentierran y se ponen sobre la playa, cuando sube la marea y baten las olas, esas piedras se convierten en proyectiles que se estrellan contra las formaciones rocosas acelerando su erosión». Lo explica el catedrático de Geología de la UDC Juan Ramón Vidal Romaní, concienciado frente a la práctica no permitida de apilar en equilibrio piedras en las playas y que este fin de semana volvió a cobrar actualidad.
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