La solidaridad, la caridad, el amor, son impulsos naturales en el ser humano. Lo estamos viendo en cada día de esta crisis y pandemia global. Es verdad que hay ciudadanos insolidarios y enfermos de acritud antisocial, pero son minoría en relación a la buena gente. El problema está en las grandes estructuras, estas máquinas colectivas que son nuestras sociedades, organizaciones que habrían de administrar el bien común, pero que, sometidas a la larga inercia de su historia, con desgraciada frecuencia, más dificultan que facilitan su expresión. No
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