Para entender el momento presente, si ha habido alguna suerte de agotamiento de aquella cultura y de aquel relato que mantenía cohesionado un entramado social determinado y un reparto claramente asimétrico de papeles y de recompensas, tenemos que pensar en qué medida la Transición fue un ejercicio de revolución pasiva. No en el sentido de mentira, engaño, manipulación o rendición de unos, sino de inclusión subordinada de los sectores populares al Estado; subordinada, pero inclusión.
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