Llegar el último a la línea de meta. Fuera de control. Incapaz de seguir el ritmo del resto de los rivales. Sin ritmo. Un fracaso absoluto. Una vergüenza. Así llegó el portugués Tiago Machado a la Planche des Belles Filles. Sin chicas bellas que le esperasen. Sin glamour. Pero no, no se equivoquen.
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