El equipo de salvamento minero, sin buscarlo ni pretenderlo, regresó a sus casas convertido en los súper-héroes que derrotaron la tiranía de las entrañas de la tierra, pero no hace mucho, la capa raída que ahora resulta motivo de culto y devoción era el manto con el que se envolvían los privilegios de un gremio tildado de mafioso y camorrista.
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