En Cuba no hay democracia, dicen. Pues claro que no. La democracia no existe ni ha existido nunca, ni siquiera en la Grecia de Pericles. La democracia realmente participativa, única digna de ese nombre, es un desiderátum, una meta hacia la que algunos se encaminan mientras otros pretenden haberla alcanzado ya para no tener que alcanzarla nunca. La democracia es una utopía (en el sentido de proyecto “no imposible sino imposibilitado” que Alfonso Sastre reivindica para el término).
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