Recuerdo una promesa que me hice. […] no permitiría que ningún niño crezca como yo, avergonzado de su sexualidad, temeroso de expresarla de forma sana, asustado de ser sí mismo. Y cuando miro a nuestra cultura actual, no solo las escuelas, también las universidades y más, veo un rotundo rechazo a la identidad masculina heterosexual. La masculinidad se ha hecho tóxica, es un problema por defecto, tienen privilegios invisibles que no les benefician, pero deben disculparse por ellos, las acusaciones de violación se convirtieron en una amenaza […].