Vistas las reacciones sociales de incomprensión ante determinadas sentencias, parece necesario retomar la definición y la sanción de los delitos sexuales. Esta reforma es la que se anteproyecta ahora con la mejor de las intenciones: combatir mejor un tipo de violencia singularmente abyecta “que afecta de manera específica y desproporcionada a las mujeres”. Creo, sin embargo, que el texto que se ha presentado para el debate legislativo adolece de defectos tales que ni va a subvenir a aquella necesidad ni va a responder a sus buenos propósitos.
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