Nadie dijo nunca que jugar a la democracia fuera fácil, y el caso de Túnez es un ejemplo claro. Cuando el Gobierno perdió una moción de confianza en el parlamento y se vio obligado a apartarse del poder el pasado sábado 30 de julio, ya se hablaba del naufragio de la joven democracia tunecina. Sin embargo, la única flor que germinó de aquella primavera árabe que pronto se convirtió en invierno, Túnez, ha sobrevivido con tropiezos pero estoicamente a estos cinco años posrevueltas.
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