“Estamos vendiendo instrumentos para poder pagar los finiquitos de los profesores. Ahora mismo seguimos abiertos, más o menos ocupas, y como vivo en el barrio bajo el local cuando voy a vender uno”, explica Nydia Molina, copropietaria y cofundadora junto a su socia, Patricia Monasterio, la de Escuela Popular. Un proyecto de educación musical del que han salido cientos de intérpretes profesionales y que ha contado casi 10.000 alumnos en estas tres décadas, considerado un enclave social y cultural del barrio madrileño.
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