No hay que ser un sagaz buscón para advertir que Aznar y Rajoy son cordiales enemigos íntimos. Al todavía presidente del Gobierno y al expresidente les separa no ya una brecha, sino una zanja entera. El deterioro de sus relaciones es una mezcla de mala sintonía personal y agrias discrepancias políticas que ha alcanzado su cima en una insospechada vendetta: la familia Aznar al completo vota a Ciudadanos.
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