Doña Florinda representa de forma muy característica lo que el gran público conoce como la clase media. Una persona solvente venida a menos que acostumbra a llamar chusma a los vecinos que identifica con clases bajas; humilla y agrede con alevosía al más humilde: Don Ramón; consiente todas las travesuras a su engreído hijo Quico; y se siente más cercana a gente de bien y orden como el capitalista compasivo encarnado en el señor Barriga. A este característico comportamiento se le ha dado en llamar El Síndrome de Doña Florinda.
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