Hay una desigualdad sobre la que ni economistas ni medios han profundizado, quizá por miedo a pagar un precio en su cuota de popularidad: la abrumadora diferencia entre ingresos (de cualquier tipo, no sólo los del trabajo) y nivel de vida de jóvenes y mayores, así como la omisión de datos económicos no oficiales. Hay fenómenos que no aparecen en los grandes análisis y estadísticas. Pero esta invisibilidad en los ensayos económicos de moda no les resta importancia real.
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