Cuatro años después de la primavera árabe, que significó el final de las tres décadas de mandato de Alí Abudla Saleh, Yemen ha pasado de ser considerado un “ejemplo de transición” a convertirse en uno de los polvorines más impredecibles. El país está a las puertas de una guerra sectaria, con la poderosa rama local de Al Qaeda (Al Qaeda en la Península Arábiga, AQPA) firme en sus santuarios desde los que dirige operaciones como la de París contra el semanario Charlie Hebdo y las provincias sureñas clamando independencia.