La semana pasada Emmanuel Macron sufrió un breve ataque de grandeur y dijo que no descartaba el envío de tropas a Ucrania. Total, lo bueno de los líderes que lanzan alegremente sus tropas al campo de batalla es que saben que no van a ir ellos ni sus hijos. Ya decía Napoleón que hay dos clases de soldados: los que manejan el cañón y los que son carne de cañón. Al igual que Borrell y Ursula von der Leyen, Macron representa el espíritu de esa Europa mendaz y decadente que no es más que un cónclave de banqueros y fabricantes de armas.
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