Ojos de tigre. Pene de cocodrilo (sí, en serio). Carne de pangolín. Visita un restaurante en Malasia y quizás los encuentres en la carta. Desde hace tiempo, este país ha sido considerado una escala estratégica del tráfico de órganos y derivados de fauna hacia otras naciones asiáticas. Pero ahora, nuevas evidencias de TRAFFIC, organización que monitorea el comercio de especies salvajes, demuestra un repunte en la demanda malaya de dichos productos; en particular, por parte del mercado de alimentos exóticos.
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