El poder en la sombra vino con el nombramiento de Eduardo Serra al frente de Defensa. El nuevo ministro, con pasado en la administración socialista, quedaba como guarda y custodio de los llamados papeles del Cesid: aquellos documentos en los que se detalla la relación de la inteligencia española y los cuerpos de seguridad con el terrorismo de Estado de los GAL. Se sellaba un pacto que, en lo esencial, ha durado hasta hoy. Atado y bien atado.
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