Dependientes del petróleo y el gas, Catar, Baréin y Emiratos Árabes Unidos, en su empeño por incrementar su proyección internacional y difundir una imagen positiva, han confiado en una forma de diplomacia poco tradicional: el deporte. A golpe de talonario, han conseguido organizar grandes eventos, comprar prestigiosos clubs y nacionalizar a deportistas de élite en una estrategia no exenta de críticas y suspicacias.
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