A diferencia de lo ocurrido en otros casos similares, el Ejecutivo de Mariano Rajoy no tomó parte en ningún tipo de conversaciones con ETA, lo que derivó en un insólito protagonismo de la sociedad civil. En el medio hubo detenciones que amenazaron con dificultar el camino hacia el final de la violencia. El tren no descarriló y esta semana llegará a su última estación.
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