La nueva extrema derecha y el nuevo fascismo intentan ocultar su verdadera cara para atraer a los más perjudicados por la crisis dándoles un enemigo exterior al que odiar para dar explicación a todos sus problemas. Ahora son los refugiados, pero antes fueron las instituciones europeas, los inmigrantes, o los musulmanes. No importa qué odiar, importa cómo canalizar ese descontento en un adversario fácilmente identificable para lograr adhesiones con las que luego despertar el verdadero programa de odio.
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