Hace unos meses, al presidente francés se le ocurrió la genial ideal de proponer una Tregua Olímpica justo en medio de sus más feroces gritos de guerra. Es verdaderamente ridículo que de repente se acuerde del simbolismo que tienen las Olimpiadas. Hace años que en este planeta, el deporte dejó de representar los valores humanos que lo forjaron. O quizás al igual que con el concepto de democracia, lo que hicimos fue volver a adoptar estos conceptos en el más estricto sentido de la historia griega.
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