Una buena empresa no es sólo un vehículo para obtener beneficios financieros; es ante todo un empleador, un contribuyente a la innovación económica o tecnológica y una fuente de poder para un país, en este caso Estados Unidos. No está claro si las recientes catástrofes sacarán a Boeing de su sonambulismo. También es cuestionable si otras grandes empresas con una ética similar de maximizar el valor para el accionista a toda costa aprenderán de los errores.
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