Lo que empezó como un temblor en una pierna cuando apretaba el embrague del coche ha acabado con una discapacidad de casi el 80%. Necesita que le den de comer y hasta que le duchen. A día de hoy tiene, además, las funciones cognitivas afectadas. “A veces quiere hablar, pero le cuesta encontrar las palabras”, reconoce su hija Lourdes, que, junto a su madre, vive dedicada a su padre día y noche.
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