Una denuncia vecinal por ruidos, que obligó a inspecciones municipales, destapó que esos dos negocios precintados por el Ayuntamiento carecían de licencia desde hacía 50 años. El empresario explica que desconocía esa situación y ha intentado reconducirla aportando informes de ruidos que han sido desestimados; el cierre del Gran Canaria ya está en los tribunales y el de El Pirata, avisa, ya va por el mismo camino.
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