Si le demostrasen mediante un test genético irrefutable que su pareja comparte su sangre en primera línea, o lo que es lo mismo, que son hermanos, ¿sería usted capaz de renunciar al amor de su vida por un puñado de genes? ¿Ocultaría el resultado del test a su media naranja? ¿Sentiría remordimientos durante su próximo encuentro sexual?… ¿O disfrutaría de ello como de una exquisita perversión?
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