Tras el descanso de los últimos meses, la inflación de la Eurozona ha vuelto a la carga. Aunque el IPC preliminar de marzo se ha situado en el 8,5%, una décima menos que el dato de enero, la subyacente se ha disparado hasta el 5,6%, tres décimas más que en enero. Aunque la energía parece estar perdiendo impulso de forma casi definitiva, el precio de los alimentos sigue al alza y parece enquistarse. El Banco Central Europeo queda arrinconado tras este dato y solo tiene una opción para salir del rincón: subir y subir los tipos de interés.
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