Darío Márquez, soldado del Ejército de Tierra, estuvo destinado durante ocho años en la Unidad de Mantenimiento del cuartel de San Roque (Cádiz). Tras cinco años trabajando y sufriendo una enfermedad renal crónica, su madre le donó un riñón en 2013 para salvar su vida y su carrera. El trasplante fue un éxito, pero el Ejército lo ha expulsado alegando que padece una minusvalía leve que, según Defensa, le invalida para “cualquier actividad” en las Fuerzas Armadas. Los informes médicos dicen que puede reincorporarse a su puesto de trabajo.