Suele ser un clásico administrativo: la tensión entre los inspectores, vigilantes y funcionarios cuando acceden a una finca, nave o propiedad no destinada a domicilio, respecto de los propietarios o poseedores de la misma. Tensión entre los funcionarios que quieren saber y los particulares que temen el fruto de la visita. De ahí que no sea infrecuente, que se invoque por la propiedad el derecho de autorización de tal entrada o al menos se reclame la necesaria presencia del afectado o representante.
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