Aprovechando el desorden generado, señala Fiscalía, uno de los policías "se hizo de modo subrepticio con uno de los terminales móviles que habían quedado allí", valorado en 722 euros, y "se lo quedó para sí con la convicción de que, dada la cantidad de aparatos aparentemente sustraídos, la responsable del comercio pensaría que formaba parte de los que inicialmente se habían llevado" en el robo.
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