Abominado por muchos y respaldado por pocos, no hay estrategia que no pase por las manos de Rasputín -como también le llaman- y que no pueda apoyar o desechar a golpe de encuestas. Hasta ahora. El eterno subcontratado a tiempo completo por la calle Génova tiene tan en ascuas al entorno del Jefe que ya hay discusiones internas sobre si irán a ciegas a las citas con las urnas. Es probable que así sea ante la irrupción de Podemos como un huracán en el mapa político.
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