La gran paradoja para Rosa Díez es que su egolatría le ha condenado al ostracismo en el momento en el que su gran proyecto político tiene más posibilidades de implantarse. Uno de los objetivos fundacionales de UPyD siempre fue constituirse como «partido bisagra español» que pudiese suplantar a PNV y CiU como apoyo de PP y PSOE en el Congreso cuando estos no obtuviesen mayoría absoluta. Básicamente, envolverse en la rojigualda y en el «España una» para que presidentes como José María Aznar no se viesen obligados a hablar catalán en la intimidad.
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