A Óscar Urralburu no le interesó ni siquiera construir algo así como un partido. La actualidad de Podemos era la agenda de Óscar Urralburu, arrinconando a su propio equipo en la Asamblea Regional. Ni rastro de los círculos, comisiones de trabajo y grupos municipales, condenados al ostracismo. El mismo que en Vistalegre II pedía un Podemos coral, copaba el 99% de las noticias del partido en la Región. Un partido transformado en photocall y agencia de publicidad de un proyecto meramente personal
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