Leopoldo López no es un preso político. Trató de destituir a un presidente constitucional cuando todavía ni siquiera había pasado un año de las elecciones. Los llamados de López a cometer esos desmanes en los que murieron 43 personas y dejaron más de 800 heridos fueron públicos y están absolutamente comprobados en grabaciones, tuits y mensajes de texto, más testimonios de algunos de los detenidos. Otros opositores, como Luis Henrique Capriles prefirieron tomar distancia de la revuelta.
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