Tenía que abrir la puerta porque estaba con mi hermano, que tenía prisa por recoger sus cosas. No teníamos mucho margen de reacción y busqué un cerrajero por Internet. Al llamar, me dijeron que no me daban precio hasta que vieran qué tipo de puerta era. Yo pensé que sería algo razonable porque mi puerta era muy vieja y no estaba cerrada con llave. A los 20 minutos apareció un tipo, vio la puerta, me dijo que me la podía abrir, simuló hablar por teléfono y me mandó una factura por email de 1.400 euros
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