«Yo soy el que manda en Hacienda». La frase no pertenece a un director general, ni a un delegado provincial, ni siquiera a un inspector con ínfulas. Esta afirmación la hizo J., un agente ayudante destinado en el área de Recaudación de la AEAT en Málaga. No era ni funcionario de carrera. Tenía un contrato indefinido como personal laboral. Pese a su rango en el escalafón, para los investigadores, J. sería el cabecilla de una «organización criminal» que había echado raíces en la Delegación Provincial de Hacienda y en la que habrían participado ...
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