Los investigadores afrontan la extinción técnica de este pequeño cetáceo identificado como especie en 1958: ¡apenas hemos tardado 60 años en descubrirla y acabar con ella! La totoaba no se pesca por el valor comercial de su carne, sino por el altísimo precio que se llega a pagar en el mercado negro por su vejiga natatoria o buche, a la que en China se le atribuyen propiedades medicinales y recurren a ella como afrodisíaco.
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