Lo que hace que este hallazgo sea verdaderamente extraordinario es la presencia de un fragmento lítico incrustado en la superficie lingual (interna) de la mandíbula, aproximadamente 3 mm por debajo del cuarto premolar. Los investigadores han interpretado esta lesión como una posible marca de impacto de proyectil (PIM, por sus siglas en inglés) generada durante actividades de caza.
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