Mientras la UE no tenga mecanismos automáticos para repartir equitativamente los beneficios colectivos del mercado único, las decisiones europeas seguirán sujetas al bloqueo de electorados que confunden ventajas con virtudes. Tanto la asimetría de partida como la de percepción dificultan la cooperación incluso cuando el acuerdo es mutuamente beneficioso dadas las múltiples interdependencias. Más aún cuando hay agentes políticos que explotan el razonamiento motivado activando lógicas de suma cero para erigirse en representantes del descontento.
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