El crecimiento económico, ese icono que invocan todos, no crea suficientes puestos de trabajo, ni en cantidad ni en calidad, es compatible con la degradación de los salarios y el enriquecimiento de las elites, priva de recursos a las administraciones públicas, consume aceleradamente recursos escasos y no renovables, degrada de manera irreparable los ecosistemas y se basa en la sobreexplotación de las economías y los pueblos más débiles por parte de los más fuertes. Esta ha sido la historia del capitalismo, sobre todo en las últimas décadas.
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