El facultativo tendría que adoptar una posición más neutral, de administrador de la vida y la muerte, siguiendo las instrucciones de la persona a la que atiende. El primer principio ético de la profesión médica consiste en “no dañar”, es el llamado principio de “no maleficencia”. Este principio se ve complementado por el principio de “beneficencia”, de intentar beneficiar al paciente.
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