Los jóvenes se enfrentaron con barras de hierro a los agentes de la Policía Autonómica que acudieron para llevarse al chico sancionado y les arrojaron piedras. También destrozaron puertas y ventanas y causaron daños en el mobiliario. La gravedad de la situación obligó a desplazar al lugar a una patrulla de la Guardia Civil y a más personal de la Policía Autonómica. Cinco agentes, protegidos con escudos, lograron reducir a los revoltosos, que cesaron en su resistencia cuando los efectivos echaron mano de las porras para amedrentarlos.