Si ya lo decía Soraya Sáenz de Santamaría hace una semana, que "se ve en las calles que hay mucha más alegría que antes". Lo que pasa, claro, es que los amargados no salen de casa y ahí, poco a poco, la mala leche se les va haciendo bola. Y al final, de tanto rumiar las miserias propias, se acaba sucumbiendo a la locura y, claro, se vota mal.
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