Vivir, literalmente, como un perro enjaulado, o juzgar aceptable pasar la noche en un McDonalds tras la jornada de trabajo: esa es la realidad para miles de habitantes de Hong Kong incapaces de adquirir una vivienda digna en uno de los mayores centros financieros del mundo. La especulación y la falta de suelo son responsables de unas condiciones de vida que la ONU califica de 'insulto a la dignidad humana' y de que hasta los muertos tengan que esperar para que sus restos hallen reposo.
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