Para esta jubilada de 76 años de edad, que ha vivido durante años en Ivry (Val-de-Marne), cerca de los suburbios de París, habrá un antes y un después. En los últimos meses, el comportamiento anti-social había aumentado en el edificio. Agitación, insultos, ocupación de los portales y fricciones con los vecinos. "Ahí se reúnen jóvenes desempleados”, dice un residente, “Suelen ser ruidosos y estar colgados”. Entre los gritos, las drogas y las tensiones, esto se ha convertido en un lugar sin ley” dice un inquilino exasperado.
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